Llevamos numerosas reformas tributarias importantes en los últimos diez años, en las cuales podemos ver un tema que se repite: la persistente preocupación por las utilidades tributarias acumuladas en las empresas.
Estas utilidades comenzaron a generarse a partir del año 1984 con el nacimiento del Fondo de Utilidades Tributables (FUT) y el sistema tributario integrado, concebido para incentivar el ahorro e inversión dada la crisis económica que afectó a nuestro país el año 1982, pues solo se gatillaba el impuesto personal al momento de ser retiradas por sus socios o accionistas finales, con crédito por el impuesto de Primera Categoría pagado por la empresa.
Y efectivamente este mecanismo demostró ser muy eficiente en este aspecto. De hecho, la composición del pasivo y patrimonio de las empresas cambió radicalmente a partir de ese momento. Así, por ejemplo, el ahorro en Chile creció desde un 2% el año 1982 a un 24,5% el año 1994.
Y tal como creció el ahorro, creció la inversión, lo que permitió compensar la menor recaudación del impuesto a la renta producto del diferimiento en la aplicación de los impuestos finales. Este dato no es menor pues, como concluyó recientemente la Comisión Marfán, por cada punto adicional de crecimiento el ingreso fiscal aumenta en 0,24% del PIB de ese año.
Pero este importante ahorro ha generado un significativo stock de utilidades pendientes de tributación a nivel de accionistas finales, a pesar de las dos ventanas que han existido en los últimos años para pagar un impuesto único sobre las mismas, primero entre el 2015 y 2017, y recientemente entre los años 2020 y 2022. A este impuesto se le conoce como Isfut impuesto sustitutivo al Fondo de Utilidades Tributables.
Luego de los vaivenes que han sufrido los últimos proyectos de reforma tributaria y el apoyo que pareciera tener, al menos en su finalidad, el proyecto de cumplimiento tributario que avanza actualmente en el Congreso, cabe preguntarse si no sería un buen momento para incorporar en dicho proyecto una nueva ventana para pagar un impuesto único sobre las utilidades acumuladas.
La posibilidad de que se apruebe otra reforma al sistema tributario que nos lleve a un sistema desintegrado se ve compleja, pues no hay consenso en este punto, por lo que incluir este item en un segundo proyecto podría complicar su aprobación. Por otro lado, el proyecto de cumplimiento tributario que sí está avanzando en el Congreso propone una nueva repatriación de capitales con un impuesto único de 12% respecto de cantidades no declaradas que se mantienen en el extranjero, sin que incluya una alternativa de impuesto preferente para las empresas chilenas que, no mediando incumplimiento tributario, mantienen utilidades acumuladas en el país.
Además, ha quedado demostrado el importante interés que han tenido los contribuyentes por acogerse a esta alternativa. Se trata, finalmente, de un impuesto muy recaudador.
En efecto, según las cifras oficiales del SII, el Isfut recaudó $ 1,4 billones (aprox. US$ 1.700 millones) entre los años 2015 y 2017. Luego, el SII informó que a marzo de 2022 este impuesto ya había permitido recaudar US$ 3.735 millones, más del doble de la meta que tenía el Ejecutivo por este concepto.
El proyecto de reforma tributaria rechazado el año pasado incluía nuevamente esta opción pues buscaba desintegrar el sistema, de manera que se incentivaba el pago de este impuesto para eliminar el saldo de utilidades tributarias acumuladas y su control. Pero como sabemos, esa propuesta no llegó a puerto.
Como conclusión, podemos razonablemente concluir que, incluso si se descarta la idea de establecer un sistema desintegrado, el objetivo de eliminar o al menos disminuir el monto de las utilidades acumuladas pendientes de tributación parece seguir presente porque, así como cada reforma ha ido cambiado el nombre del registro que las contiene (primero FUT, luego RAI, en el último proyecto, RUA), este saldo de utilidades acumuladas, incomoda.
Por: Evelyn Sepúlveda, Socia del área tributaria de LEMBEYE abogados
Fuente: Diario Financiero