Chief Scientific Officer (CSO): el silencioso, pero fundamental rol que impulsa el avance científico de punta
Lia Hojman es médico cirujana, especialista en dermatología, y doctora en ciencias médicas. Todos sus estudios los realizó en la Universidad de Chile. Además es cofundadora y Chief Science Office (CSO) de Skinology, una skintech que se dedica a diseñar rutinas de cuidado personalizadas para cada tipo de piel, combinando inteligencia artificial y dermatología de precisión gracias a su SkinQuiz. “Muchos dermatólogos en algún momento, tenemos la idea de tener una línea de cremas, pero esto me parece mucho más interesante que una línea de cremas tradicional”, sostiene. Como parte de sus logros, desarrolló en la primera versión del robot, LIAM, de inteligencia artificial, que está programado para enfrentarse a los problemas de la piel, de sus usuarios, de la misma manera en que ella lo haría. Y con la información que recolecta, desarrolla una rutina ultra personalizada. Ahora tras sumar un socio tecnológico, formularon una nueva versión más “robusta, estable y eficiente“.
Cree que salir de la zona de confort. Es lo más entretenido y desafiante de emprender. “Me encanta trabajar con los químicos farmacéuticos que elaboran nuestras fórmulas, gente con formación comercial como Antonia, mi socia, con diseñadores y publicistas, y es muy emocionante, ayudar a programar nuestro robot de IA y aprender un poco de la forma en que piensa un ingeniero como Pablo, mi socio“, explica.
«Los médicos en general tenemos mucho campo en el en que desarrollarnos, siendo uno de ellos el de director técnico, pero en general mis colegas clínicos lo desarrollan en recintos hospitalarios, centros médicos, isapres, etc. Para ser un CSO específicamente considero que es muy relevante la mezcla de formación clínica con formación científica, pero no creo haberme imaginado en un rol como este», dice y coincide que puede ser un papel más silencioso, pero «fundamental» en startups relacionadas con ciencia o salud.
Por Sofía Maluenda
Innovación – El Mercurio